¿Y si miramos a Zamora?

León es un buen argumento para un filandón de Noche de Difuntos. En muchos casos es un muerto viviente, un ánima en pena, una comparsa de la santa compaña. Seguimos siendo la segunda provincia de España con menor tasa de actividad y donde la mejora de la tasa de paro se debe más a la caída de la población activa que a la generación neta de empleo. ¿Y qué decir de la población?, pues que en las próximas décadas vamos a perder cerca de otros 50.000 habitantes. Uf, un argumento para un relato de terror.

La solución es complicada y compleja, salvo la facilona de quejarse y de echar la culpa al enemigo exterior. Así, desde Podemos se ha resucitado la idea del Pacto por León. Ya se intentó hace años y fue un fracaso. Sólo sirvió para hacer un magnífico reportaje fotográfico en el entonces abierto Parador de San Marcos y poco más. León tropieza en la misma piedra con asiduidad. Ahí está el ejemplo del pacto minero recién firmado y cuyos antecedentes han sido un fracaso tras otro. La primera mina que se cerró fue Hulleras de Sabero a finales de los ochenta y a los mineros y los municipios se les inyectaron decenas de millones de euros. ¿Cuál ha sido el resultado?: mucho suelo industrial, unas pocas empresas en activo y los empleos creados han sido totalmente insuficientes para mantener la actividad que había con las minas. ¿Se vive hoy en Sabero o en Cistierna mejor que en la década de los ochenta? No. Y lo mismo sucede en las cuencas de Laciana, Montaña central o Bierzo. Y eso que se han enterrado millones de euros.

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