Zamora empieza a despertar

Más que morir, Zamora perdura, languidece, se mantiene en un estado comatoso desde hace tiempo, aletargada en un permanente invierno, confinada en el interior de sus propias murallas, sin ganas ni opción de salir al exterior; y sus habitantes están tan acostumbrados a esa docilidad ancestral que mamaron y vieron en sus antepasados, que temen modificar un comportamiento en el que se sienten cómodos.

Sin embargo, algo está cambiando en esta ciudad que se mira en las aguas del Duero que la circunda; algo empieza a variar porque hay instituciones comprometidas con los zamoranos; y, por desgracia, no me refiero a las del gobierno central o la comunidad autónoma, que prometen y olvidan, sino a las locales: Diputación, Ayuntamiento, Caja Rural, Zamora 10, Viriatos, y un grupo de personas que sacan la cabeza y miran más allá para otorgar el protagonismo y relevancia que esta ciudad merece.

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