Zamora10 y las administraciones del Estado

Saludé la creación de Zamora10 (Asociación para el Desarrollo de Zamora) desde su presentación, aunque hubiera empresarios que me planteaban numerosas dudas. Sigo siendo un cristiano ateo: por sus hechos los conoceréis. Había motivos extraordinarios para considerar ese novedoso ente como positivo para nuestro futuro. En principio, resolvía todas mis dudas, esclarecía mis hipótesis.

Me explico: Zamora había llegado a una situación terminal, tanto en lo económico como en lo demográfico, como venía escribiendo meses antes de que se fundase este organismo, liderado, sin duda, espiritual e intelectualmente, por Caja Rural de Zamora. Si los empresarios zamoranos daban la cara, se confirmaban mis peores impresiones: nuestra ciudad y provincia sufren más de lo que un servidor sospechaba.

Zamora se hallaba en un coma económico y humano que apuntaba hacia una muerte social. Era cuestión de tiempo, de escasos años. Y, por supuesto, también se confirmaban mis análisis históricos, fruto de la experiencia como licenciado en Historia y como periodista que vivió acontecimientos políticos en primera persona. Se trataba de hechos empíricos. Recuerde el lector que escribí que Zamora alcanzó siempre, incluso en el barroco, un importante desarrollo económico cuando el Estado invirtió dinero público, que siempre es privado, en distintos sectores. Y que nuestra ciudad y su provincia perdieron pujanza económica y demográfica cuando el Estado se retiró. Verbigracia: entrada en la Comunidad Europea que desencadenó una reconversión agropecuaria tan brutal y profunda, como soterrada y silente. Más: restructuración militar, con la marcha del Regimiento de Toledo. Sigo: cierres de líneas férreas, Prisión Provincial, Universidad Laboral.

Insisto: economistas zamoranos podrían evaluar, estudiar, analizar cómo repercutió en Zamora, sus servicios, su comercio, empresas de cierto potencial, su agricultura y ganadería estas decisiones políticas, que, por ende, en la despoblación galopante que ahora alcanza sus máximas cotas.

Los propios dirigentes de Zamora10 asumieron que, sin la participación del Estado, a través de cualquiera, o de todas, sus administraciones, su labor, sus ideas y proyectos no pasarían de la teoría, que no se podía luchar contracorriente, ni darse cabezazos contra la pared. Ayer mismo, se manifestó en ese inolvidable encuentro entre los que se fueron y triunfaron, y los que se quedaron aquí y también alcanzaron el éxito, pero que no se resignan a dejar a sus hijos un solar, una residencia gigantesca de la tercera edad, donde también algunos, cercanos al poder, también obtienen pingues beneficios, una ciudad moribunda, una urbe de viejos, un hall de la muerte.

Como expresó ayer ese gran genio del queso que es Félix Vicente Pastor, la gente como él ya lo ganó todo, ya se salvó, pero quiere que otros jóvenes, los que aún no se alcanzaron el provecho, también se salven. Dentro de Zamora10 también existe un cierto movimiento lírico, romántico, utópico.
Cierto que Paco Somoza, siempre tan racional, transformó el gran lema del Mayo del 68 en Paris, movimiento pequeñoburgués donde los haya, como el M15 y Podemos, aquello de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, en “seamos realistas, pidamos lo posible”. Sutil, como siempre el arquitecto, artista y empresario sanabrés, por tanto, zamorano.

En efecto, el decálogo de Zamora10 ofrece un el perfil psicológico del alma zamorana: sencilla y humilde, educada y sensata. Los pobres tienen más educación que los ricos, porque su espíritu lo construyeron la experiencia y la madre tierra, la escasez y el misterio. No se pedía, ni por supuesto, se exigía a las administraciones un Escorial en Valorio, una FASA-Renault en Coreses, una escalera al cielo, un Duero navegable desde Zamora a Oporto. No. Se mostraban diez ideas que procuran inversiones que las distintas administraciones del Estado nos deben. Nada grandioso, ya digo. Diez mandamientos que los políticos podrían cumplir para comportarse como buenas personas.

Pero, desde el principio, los mediocres de la política, gente que llegó al cargo por nepotismo, sin bagaje en la res pública, sin talento, sin ideas, intentaron que el nonato abortase antes de ver la luz. Y aún, una vez que la criatura ya ha dado sus primeros pasos, merced a un extraordinario gerente, otro zamorano que triunfó lejos de su patria chica, Francisco Prieto Toranzo, estos malandrines de la res pública continúan trabajando a la contra de Zamora10. Las personas vulgares temen, y envidian, a los hombres y mujeres con talento. Aquí, como me dijo Valdo Santos, poeta y ácrata, cuando yo empezaba en estos del periodismo, año 1984, “ni se puede destacar, ni ser distinto”. Magistral recomendación del inolvidable vate de Tierra de Campos.

También ha contado Zamora10 con otros enemigos, uno doméstico, del que ahora me olvido, porque ya lo señalé en numerosos escritos, y otro exterior: los medios de comunicación o sucursales de la mentira política. Todo respondía a criterios de gente pusilánime y sin clase.

Ayer, en la reunión celebrada en el Hotel NH Palacio del Duero, se recordó que se cumplirían el 30 de mayo, tres décadas de la toma del Cuartel, que, si bien no nos salió gratis a los zamoranos, con el tiempo hay un campus universitario que, al decir de los eruditos, concita demanda y felicitaciones. Lo importante de aquella gesta radica en que fue un político, el primero de los zamoranos, su alcalde, el inolvidable, perseguido, destruido, J.Antolín Martín el que tomó la bandera de la ciudad para que el pueblo le siguiera y reconquistara lo que le pertenecía: su tierra.

Los empresarios de Zamora10 necesitan también que nuestros políticos guíen al pueblo, que duerme un largo sueño, mecido por la tristeza y la impotencia. Guarido, el regidor, hombre de izquierdas de toda la vida, está por la labor. Curiosamente, un sector de la derecha –«Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras», que le respondió el monarca Alfonso VI al Cid, según el Romancero- nunca ha mostrado, si en palabras, que desmintieron los hechos, su apoyo a los empresarios. Paradojas de la historia. Yo no olvido. Soy zamorano. Me sé, como León Felipe, todos los cuentos.

Corolario: Sin Estado Zamora no remontará su actual situación económica y demográfica. Y lo saben los cerebros de Zamora10.

Y mañana, miles de zamoranos celebrarán la tradición de la Romería de la Hiniesta. Lo único que nos va quedando. Nuestro futuro hallase en nuestro pasado. Solo nos queda la historia. Y los periodistas la ignoran. Suspendidos.

Eugenio-Jesús de Ávila

Fotografía: Esteban Pedrosa

Fuente: Página oficial de Facebook de El Día de Zamora