El milagro

La parte racional de mi mente confía más en los datos fríos de las estadísticas y en el cálido análisis que de los mismos se puede hacer que en el advenimiento de los milagros. Aunque comparto con el psicólogo, lingüista y escritor canadiense Steven Pinker («La tabla rasa», 2002) la convicción de que el elemento biológico tiene tanta influencia en muchos aspectos de nuestro carácter como el aprendizaje cultural, pienso que la experiencia manda sobre nosotros y condiciona nuestros pensamientos y actitudes ante la vida de manera notable. Solo una vez pedí, esperé, anhelé un milagro y conmigo mucha gente pidió por él en más puntos del globo de los que se puedan imaginar, sin éxito alguno, así que tras ese ciento por ciento de efectividad, no hay una sola sinapsis en el juego de mis neuronas que apunte en la dirección de los milagros.

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